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¿Por dónde andan los recursos para sostener la atención de un anciano frágil? ¿Cuánto se afecta la salud de quienes cuidan? Sobre esa cuerda transita esta investigación que trae a colación otra mirada al envejecimiento poblacional
Llega el momento en que las arrugas surcan tanto la piel, que ya no luce como piel. La tez del anciano inmóvil suele desprenderse con apenas un rasguño, un roce… y también suele desprenderse la paciencia de los familiares al quedarse sin opciones. Una vez más los sentimientos permanecen en la encrucijada entre los afectos, la desazón, la espera… Pareciera que llega un respiro cuando aparece la cuidadora ideal, pero no, ni siquiera alcanzan los sacos si pretendemos recoger las piedras que quedan en el camino.
"Escasean las camas fowlers, los colchones, las sillas de ruedas, los botellones de oxígeno y sus reguladores. No existe un lugar donde alquilarlos. No quiero que me los presten ni me los regalen". Así continúa el largo camino de las desventuras cuando se tiene un anciano postrado en casa. Resulta muy común el caso del abogado José Miguel Corrales Argüelles, quien está a cargo de su tía, que desde hace más de un año no mueve ni un dedo.
Comienzan a caer algunas explicaciones mediante la Dra. Belkis Quintana López, jefa del Departamento Provincial de Atención al Adulto Mayor en Cienfuegos, quien argumenta que los medios técnicos trascienden entre las principales debilidades del sistema de Salud, y admite que las dificultades más significativas radican en los cilindros de oxígeno y sus reguladores. "Muchos quedan en manos de los usuarios, debido al temor a no encontrarlos después".