No es un problema reciente y mucho menos
aislado. Tras el itinerario por más de quince tiendas en la ciudad de
Cienfuegos, no hay indicios del ineludible producto de aseo. Por ende, al medir
la temperatura de los comentarios cotidianos el termómetro parece explotar:
“andar sin desodorante es la nueva moda en este clima tropical”, “‘Cúchelo’ qué
cómico, preguntando por el desodorante, ¿niño en qué planeta tú vives?” y las
propias dependientas también regalan esa mueca llena de burla e incredulidad:
“está perdí’o…, dicen que va a entrar…, ¡diiicen!”.
El pasado fin de semana llegaron pocos
ejemplares con la etiqueta de “Un toque” y “Natural” al Mercado Habana y el
“Obao” a La Nueva
en la propia urbe sureña. Y volaron. ¡Duraron algo!, tanto como el famoso
merengue en la puerta del colegio. Las personas, con lógica desesperación, asaltaron
los estantes y los llevaban de tres en tres, de cuatro en cuatro, de cinco en
cinco…
“Ay, no me enteré cuándo hubo; me hace falta
una alarma en el móvil que me avise si lo sacan, o mejor, necesito un ‘contactico’
en las tiendas”, la suerte es que la mofa relaja y medio resignados, medio acostumbrados
seguimos con los brazos abajo, porque al levantarlos… bueno, ustedes saben.
Por el mismo andén del rumor circula que
“Suchel va a cerrar”, “Dejaron fuera a
una pila de trabajadores”…, y es que el
pensamiento popular exacerba las especulaciones, y unido a ello, las propias circunstancias
dan crédito a elucubraciones ávidas de rectificación.
El periódico Granma en su edición del 21 de
enero, aclaró: “Habrá desodorante, afirman funcionarios; Suchel no cierra”. Y
con la noticia la “certeza” guarda asiento en el futuro.
Según Bárbara Acosta, viceministra del MINCIN,
ya está el material en las fábricas, y el desodorante debe llegar a la red en
el mes de marzo una vez que el ritmo productivo lo permita.
De igual manera, Roberto Cabrera Zamora,
presidente del Grupo Empresarial de la Industria Ligera,
explicó que el desabastecimiento responde al incumplimiento del plan
correspondiente al 2013 con un déficit superior a las 685 mil unidades. Los
incumplimientos asomaron “a finales de año por problemas de financiamiento para
adquirir la materia prima”.
¡Qué caro le sale al cubano las fallas del
financiamiento! En los últimos tiempos el desabastecimiento de varios productos
parece establecer un sistema por turnos: desaparece la frazada de piso; llega a
los mercados y se va el detergente; cuando este último está en las vidrieras,
se esfuma el jabón; con la presencia del jabón, el champú se torna
intermitente, y ahora, parece que en la cola de faltantes le correspondió al desodorante.
Mas, cuando asome el susodicho ¿Quién será el próximo?
Con tamaña inestabilidad también se ausentan dos
y tres productos a la vez, para dejar con más holgura a los que permanecen en
los estantes, por cierto, con precios de otra órbita. Entonces ¿tendremos que
garantizar un pequeño almacén en las casas en pos de garantizar provisiones en
casos de esfumación?
Mientras buscamos soluciones —como agujas en
pajar— la inseguridad adentra sus raíces en la siquis del cubano, pues unido a
los sinsabores para echar alimentos en la jaba —y el estómago— sobrevienen los
traspiés a la hora de adquirir los bienes de aseo. Y en esa agitación por
llegar primero a agarrar lo escaso, concedemos un adiós temporal al desodorante
sin levantar ni siquiera los codos, los brazos… porque si los alzamos… bueno,
ustedes saben.
En cada episodio de ofertas desvanecidas
queda lista la tela del juicio para tender la planificación, y juzgarla, porque
los cálculos no deben ir en detrimento de necesidades indispensables del ser
humano ¿No habrá por ahí un plan B para tales casos? Todavía resultan esquivas
las fórmulas para estabilizar la producción, compra y distribución en función
de coadyuvar a la tranquilidad social.
Otra
vez el mercado negro le guiña el ojo a los necesitados. Con aire de superioridad
consolida sus cimientos a costa de las insuficiencias de producciones
nacionales y de la “turbación” a la hora de proyectar cuanto se va a importar. La
falta de previsión nos llevará nuevamente a perder la partida de ajedrez y no
podemos darnos el lujo de quedarnos sin peones, caballos, torres, reinas…
¿Habrá que estar al tanto de las “bolas” de
quienes no trabajan y tienen la suerte de enterarse cuándo sacan o desaparece
un producto? ¿Tendremos que acercarnos —acaso parecernos— a esos que les
alcanza el tiempo para rastrear, acaparar y revender? ¿Además de apretarnos en
la guagua también es preciso estar pendientes de evitar levantar los brazos?
Esa postura no se corresponde con la
condición del cubano, quien por idiosincrasia acostumbra a gesticular bastante, lo mismo cuando habla de
pelota como de la falta de desodorante, solo que, precisamente, y recordando al
susodicho, muchos andan con las alas caídas, no de tristeza, sino para que no
entren narices.
Pobre Minerva hoy es el desodorante mañana el jabón y la pasta y así así así.......
ResponderEliminarMinerva es solo un reflejo de muchos cubanos que pagan las ineficiencias, qué se le va a hacer
ResponderEliminar