Hace apenas
dos días, un recodo de la bahía de Jagua enseñó otra coloración. El negro
comenzó a apoderarse de esa esquina de la ensenada justo donde comienza el
malecón de la ciudad. Y nada más lejano al color del agua que el propio negro.
Sucedió que,
por causas aún desconocidas, ocurrió un derrame de fuel oil proveniente de las
calderas del Hospital Pediátrico Paquito González Cueto, con lo cual se
infieren daños medioambientales como el aumento de hidrocarburos en la
ensenada.
De acuerdo
con el Doctor Hugo Almeida Leyva, vice director de la institución médica, “el
compañero que trabaja en la caldera notó una disminución inusual mediante las
mediciones del tanque de alimentación. Enseguida comienza a revisar otros
indicadores y advierte el líquido en las canales y los cubetos donde ha de
almacenarse este combustible ante un accidente de tal índole.
“Inmediatamente llegaron todos los carros cisterna y aspiraron los
cubetos, los registros de la calle. Entre el momento que supimos la noticia
hasta la realización de todas estas acciones paso apenas una hora, gracias a
ello los daños pueden ser menores”.
Por su parte,
Irenaldo Pérez Cardoso, al frente del grupo de operaciones en el lugar del
incidente como parte de la brigada de antiderrames de la refinería de petróleo
Camilo Cienfuegos, “lo más importante consiste en evitar la expansión del
líquido hacia el resto de la bahía. En ese sentido, desplegamos barreras de
contención y mantas oleofílicas, también desplegamos 200 metros de barreras
flotantes en este recodo de la rada con el fin de que el derrame no manche los
cascos de los barcos”. En tanto, los especialistas de la administración
portuaria en la provincia aseguran que no han acaecido daños en las
embarcaciones.
Reinaldo
Antonio Acosta Melián, jefe de la
Brigada de Supervisión del CITMA, explica que a partir de
este escape, el hidrocarburo ha sido aislado con barreras; no obstante, aunque
se recoja el mayor por ciento posible siempre quedará una parte que pudo
haberse expandido y alojado en los sedimentos de la bahía; sin embargo, aún es
muy pronto para evaluar e informar sobre la influencia directa en la flora y
fauna marina.
Hasta el
momento ha disminuido la cantidad de ingreso de dicho líquido a la ensenada,
luego de la limpieza con presión de agua en las redes. “Ahora todo este
material extraído lo recogemos según las regulaciones medioambientales y los
quemamos de manera ecológica”, enfatizó Pérez Cardoso.
En estos
momentos se trabaja en el peritaje en función de la búsqueda de causas
concretas, en tanto, tampoco puede conocerse con exactitud la cantidad de
petróleo vertido en la Bahía
hasta que pueda succionarse todo el fuel oil acumulado.
Esta es la
tercera ocasión que ocurren problemas con las calderas del pediátrico, aunque
nunca de tanta envergadura. El vice director de dicha entidad, refirió que se
impone un proceso inversionista en coordinación con el CITMA en función de
crear mejores condiciones ante accidentes de tal magnitud.
Como parte de
las operaciones relacionadas con la solución de esta problemática, participa el
MININT, las Empresas de Comunales y Acueducto y Alcantarillado, el Ministerio
de Salud Pública, trabajadores de la Administración Portuaria
y de la Refinería,
así como autoridades del Gobierno y el Partido en la provincia.
Provocar
algún daño en la bahía significa herir a uno de los escenarios predilectos en la Perla del Sur, y lacerar la
propia cienfuegueridad de la cual nos regodeamos con frecuencia. Salvaguardar
ese entorno marino garantiza la seguridad medioambiental sin soslayar el
paisaje como baluarte turístico. Por ello, esperemos que ningún pedazo de la
ensenada de Jagua vuelva a ser negro.