A veces ocurren cosas que
aterran. Y el deseo de seguir suele cortarse, suele dormirse, o hacerse el
dormido. A veces no hay espacio para el entendimiento, la comprensión, la
sinceridad…
A veces siento que el ventilador echa el aire en contra con demasiada velocidad; insostenible, inquebrantable, un aire prepotente y ceñido a dogmas. ¿Sabrán esos aires lo que es un dogma?
A veces es mejor engordar la vista y clausurar el oído… meterse en la caja de la aparente ingenuidad o la del oportunismo, que suele ser espaciosa y cómoda. A veces es triste tirar una bengala al cielo y que caiga con algunas glorias y muchas penas. A veces esa bengala es invisible para quienes deben verla.
A veces el piso se mueve, y a nuestros pies se mueve el mundo en nuestra contra. Entonces se esfuma el equilibrio y las barandas… Todos quedaron encerrados: el equilibro, las barandas y el sentido común.
A veces la musa llega un poco atrevida, pero es difícil dejarla pasar… A veces, ojalá no sea siempre.
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