Quizás alguna mañana, cuando el
cuentapropismo despierte, perciba que su sueño transcurrió sin tantas pesadillas,
sin las trabas que le impiden avanzar.
Tal vez un día pueda levantarse con la certeza de que pocos, o ningún traspié,
le allanen el camino por la sociedad cubana.
En varias ocasiones se ha hablado sobre la necesidad de abrirle puertas
—no dejarlas entreabiertas— a quienes optaron por esta vía para beneficio
individual y contribuir al progreso de la nación.
Durante los últimos meses han
asomado algunas aperturas en dicho sector, entre las cuales destacan la
aprobación de nuevas actividades; el derecho a comprar a las empresas
estatales, así como acceder a las facilidades ofrecidas por el Ministerio delTurismo de pagar a aquellos cuentapropistas que laboren para entidades del
organismo.
Amén de las ventajas de tales oportunidades, resta encontrar la fórmula que desate los nudos en esa actividad. En estos momentos, el contento de los acogidos a ese sistema anda algo cabizbajo. El fisco “les pasa la cuenta”, o mejor dicho, les enloquece la cuenta de ganancias, y ciertos miles, ¡varios miles!, de pesos a pagar, los ataja un tanto desprevenidos.
“Aunque conocíamos sobre el pago
al fisco, ahora nos llegan unas multas altísimas por no declarar la realidad. Soy
chofer, y me aplicaron 25 mil pesos de sanción. Es cierto que me quedé por
debajo cuando declaré mis ganancias, pero es exagerada la cantidad exigida,
sobre todo, porque la ONAT
no parece tener en cuenta los altísimos precios de las piezas de repuesto, la
gasolina y otros consumos más allá del porcentaje de gastos que ellos nos
permiten”.
Subdeclarar los ingresos resulta
una violación de la ley y no caben justificaciones para quienes incurran en
dicha falta. Constituye pues, una contravención de las obligaciones como
contribuyentes, y por ese motivo se les aplican las multas por deudas
tributarias.
No obstante, la mayoría de ellos
plantea que tal cantidad de impuestos enferman las ganancias. “Mira periodista,
ni te creas que me hago rico con esto, solo alcanza para vivir un poco mejor.
Nos quitan demasiado dinero”, aseguró otro de los entrevistados. La lista de
impuestos representa el principal fantasma de las cuentas: la cuota mensual
según cada actividad, el diez por ciento de los ingresos por mes, la seguridad
social, las tasas trimestrales por el empleo de anuncios, el numerazo exigido
por el fisco…
No cesan las confusiones, fundamentalmente
las relacionadas con el cálculo realizado por la ONAT para determinar si lo declarado
corresponde o no con la realidad. Aunque este tema merece mayor profundidad en
su tratamiento no debemos obviar desde ya, algunas zancadillas que propician el
descontento. Si la ley impone los tributos, entonces no debe obviar las
explicaciones.
Mientras llegan las cuentas
claras, las reacciones de dudas encuentran un claro reflejo en las más de 850
reclamaciones formuladas sobre dicho mecanismo. De los obligados a abonar al
fisco, comprendidos en el denominado Régimen General, 493 decidieron retirarse
de su actividad en el trimestre de enero a marzo; en tanto, en el período de
julio a septiembre (cuando comenzaron a llegar la mayor cantidad de notificaciones
para dicho pago), las bajas ascendieron a mil 35.
Las principales causas del abandono
de las licencias comprenden el incumplimiento de la legislación vigente, los
bajos ingresos, dificultades para comercializar, carencia de materias primas,
los altos impuestos, entre otras piedras en el zapato para la estabilidad de
dichos negocios. Sintomático, ¿no?
Casi por gravedad, cae de la
mata el archiconocido tema de la falta del mercado mayorista. Aún los trabajadores
por cuenta propia compran en redes minoristas, en el mismo lugar a donde acude
el resto de la población. Y junto al lógico acaparamiento, casi siempre optan
por “meterle mano” a la tablilla de ofertas y montar los precios en el
elevador. Otra vez se deshila el lado más débil de la soga. Quienes viven del
salario miran al bolsillo con pena, no tienen culpa de tales entuertos, pero
les toca cargar con gran parte de las consecuencias.
Así, las ilegalidades no desaparecerán
por arte de magia, pues a la par del control, se precisan garantías que mermen
las violaciones. ¿De dónde sale gran parte de la harina, el aceite, azúcar,
gasolina, cárnicos… utilizados por los cuentapropistas? ¿Puede el Estado evitar
malversaciones sin poner facilidades?
Otra vez la experimentación y la
ausencia de explicaciones alimentan estados de opinión desfavorables, mientras
la inseguridad pone en la cuerda floja las pretensiones de consolidar un
negocio no estatal. A ello se unen el exceso de prohibiciones y el ajustado
margen de acción de algunas licencias. También es verdad que muchos de estos
trabajadores pecan de ventajistas sin ni siquiera poseer claridad sobre los
trámites, mecanismos, contabilidad… de su labor.
Un traspié tras otro nos lleva a
la inestabilidad, y de nada vale que muchos se vistan de cuentapropistas si no
conseguimos que permanezcan con ese traje. El cambio de mentalidad incluye
aceptarlos en las dinámicas reales del país, y desterrar el rechazo a la
competencia, siempre saludable en una sociedad que aspira y pretende progresar.
El General de Ejército, Raúl Castro Ruz,
insiste en la ley de distribución socialista de “cada cual según su capacidad,
a cada cual según su trabajo”. Entonces, si estos hombres y mujeres incrementan
y afianzan la economía familiar gracias a su gestión, ingenio y dotes de
emprendedores, es preciso quitar un poco de filo a las tijeras que intentan
cortar el impulso del cuentapropismo. Porque esas propias tijeras forman parte
de las pesadillas que no lo dejan dormir bien.
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