Aunque algunos cubanos prefieran vivir como
postales: emperifollados, sin casa… la mayoría graba en la psiquis la misma
preocupación, la misma matraquilla diaria que, en la mayoría de los casos,
suele mutar en pesadilla: ¡LA COMIDA!
Entonces, los trajines de estos
individuos para llenar el plato —que no significa degustar lo deseado—
activaron una especie de alarma entre los alimentos, quienes decidieron
convocar a una reunión extraordinaria con vistas a analizar, cuestionar y
encarar tales problemas con postura crítica y autocrítica, como lo exigen los
tiempos actuales.
Antes de comenzar el encuentro ya surgió el
primer inconveniente. El recibimiento a las delegaciones le correspondía a una
de las viandas. Por votación unánime decidieron que, teniendo en cuenta el
gusto de los comensales, la papa debía fungir como anfitriona en la recepción.
Mas, el tubérculo no pudo asistir porque de un tiempo a la fecha afronta
dificultades serias, al punto de que cada vez son menos en dicha familia.