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Algunos estantes amanecieron más vacíos en el
2014. Ropas, zapatos y bisutería de procedencia extranjera descansan en los
baúles… Bueno, al menos ante los ojos de la legalidad, pues solo Dios y algunos
osados saben bien a dónde fueron a parar los bultos de mercancías que
obligatoriamente debieron desaparecer de establecimientos no estatales.
El 31 de diciembre era la fecha límite para
exhibir tales bienes, pues en septiembre de 2013 el Ministerio de Trabajo y SeguridadSocial (MTSS) aclaró que en la licencia de “modisto o sastre” -mediante la cual
se expendía la ropa- no permite comercializar estos medios de fabricación
industrial o importada.
“Imagínate periodista las cosas se pierden. En
lugares como el 'callejón' uno encontraba de todo: polvos para la cara, brillos
de labio, aguja, hilo, elásticos, acetona, gafas lindas … ahora nada de eso
aparece allí, ni tenemos la seguridad de encontrarlos en otro lugar; ellos solo
pueden vender los productos nacionales, que por cierto, están feos, feos”,
comentó la ciudadana Milagros Cabrera Concepción.
Al tomarle el pulso a la situación a solo
unos días de implementada la medida, el ambiente se torna caldeado, la polémica
va de un lado a otro y el estado de ánimo se ve en los rostros, se palpa en el
verbo de los propios vendedores: “Yo he invertido mucho en la percha, y aunque
nos dieron plazo hasta el 31 de diciembre para liquidar el inventario, las
pérdidas son considerables”, argumentó una de estas trabajadoras que pidió no
ser identificada.
Es cierto que tal actividad no guardaba
relación con el “modisto o sastre”, que “confecciona, arregla y transforma
ropas, y realiza trabajos simples y complejos de sastrería y costura a la
medida”. Pero tardamos dos años en darnos cuenta de los desajustes entre la
legislación y lo expendido en percheros, estantes… Como tantas veces, dejamos
crecer las alas, para luego cortar el vuelo. ¿Es más fácil prohibir?¿Es más
fácil negar la realidad, el gusto de la gente?
De esa manera, la competencia entre el
trabajo por cuenta propia y el comercio estatal es desleal, y cada cual busca
abrirse paso y no quedarse rezagado en esta carrera emprendida por la economía
cubana, pero en la búsqueda del bien común no han de soslayarse las necesidades
de la mayoría, siempre existen mecanismos para el consenso. ¿Dónde están? Resta
encontrarlos, aplicarlos…
No parece mala idea la creación de otro tipo
de licencias con impuestos diferentes y permiso de importación ajustado a los
requisitos fiscales necesarios en dicha labor. Esa u otras alternativas deben
surgir como vías de solución a un entorno que aún divaga entre
insatisfacciones, querellas, inseguridades…
De lo contrario, queda en manos del comercio
interior cubano suplir la sed de la demanda al garantizar en sus mercados la
presencia, calidad y precio óptimo de esa ropa, zapatos y bisuterías, que sin
dudas, gozaban de preferencia entre los consumidores. ¿Podrá? Quizás…
Lo cierto es que no hace falta ponerle un GPS
a estos productos para conocer a dónde van a parar. Tienen abiertas las puertas
del mercado negro y entran en la lista de quienes en plena calle pregonan en
voz baja: “tengo cinto, medias, gafas, zapatillas, pulóver, pantalones, short,
piezas de baño, pellizcos, brillos de labio…” y hasta una casa en partes si la
deseas.
Tendrán que ponerse las pilas los
inspectores, las pilas no, baterías que sumen 48 volt, tal vez más.
Posiblemente se incremente la cantidad de multas, pero aún así, esa siempre
será una cacería dispar, porque el sociolismo, la vista gorda, la efervescencia
de la ilegalidad y la pérdida de la noción del peligro, parecen conformar el
estrado de la impunidad.
Quizás merme el flujo de estos bienes, pero
cuesta creer el cese de la entrada de ropa, zapatos, bisuterías, artículos del
hogar o ferretería provenientes de Ecuador, Panamá, México, Estados Unidos y
otras latitudes. A lo mejor en estos primeros meses apriete la mano del control,
mas, puede ocurrirnos como en incontables ocasiones, que el tema pasa de moda y
el transcurso del tiempo afloja el rigor.
Entonces, es más saludable atajar oportunamente
la dicotomía y pensar en soluciones que extirpen las prohibiciones en tiempos
de aperturas. Porque la mercancía disimula estar perdida y los estantes y
percheros aparentan desolación, solo eso. No busquen esos medios en gavetas ni
baúles, porque la mezcla de tentación y necesidad en el ser humano, nos empuja
a la compra-venta a escondidas, y esa, no requiere impuestos.
excelente trabajo, sobre todo porq refleja la realidad que viven los q en su momento tuvieron los prosperos negoicos de vender ropa en cuba , ojala algo cambie para q tanta gente no pierda mas dinero q el q ya ha perdido.
ResponderEliminarGracias por comentar!! sobre esa base debe debe moverse el preriodismo, sobre lo que le duele a la gente
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