Abril siempre lo visualicé con un color vivo,
quizás un rojo o marrón fuerte, y posiblemente la brillantez de esos tonos
tiene su explicación en la apertura de la primavera, aunque la primavera en sí
no la veo roja ni marrón.
Es extraño, incluso difuso, entonces pensé
que cuando abril abre las puertas, al menos en Cuba, lo espera la algarabía por
la celebración del día 4, con los respectivos aniversarios de la Organización de
Pioneros José Martí (OPJM) y la
Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Mas, en tal jolgorio, si
no me equivoco, sobresale el rojo…
Y no tiene nada que ver con sangre derramada
por combatientes, ni con la noción psicológica del amor-pasión-príncipe negro.
Más bien responde a la aglomeración de niños y jóvenes con atuendos, banderas y
emblemas con esa tonalidad… Nada, a lo mejor es un capricho, y muchos ni
siquiera coincidan, ¡pero lo veo rojo…!
Así lo constaté en la tarde del día 3, cientos
de niños y jóvenes pertenecientes a la
OPJM llenaron parte del Bulevar cargados de bullicio,
ingenuidades, y por supuesto, colores… Y al bojear el acontecimiento descubrí
una gama increíble, mas siempre sobresalió el rojo.
Ante la avalancha de infantes recordé algunas
esencias sobre la incidencia psicológica del archimencionado color: “conocido como
el de la vitalidad y acción. Ejerce una influencia poderosa sobre el humor de
los seres humanos (…) Excelente para contraponerse a los neutros (…)”. Por eso,
entre tantos, registro el rojo, y debe relacionarse con eso de la rebeldía
juvenil, del cambio…, pues en las descripciones de ese tono también especifican
que “(…) tiene el significado del anhelo”.
En otros lugares del mundo, el 4 de Abril
camina como una jornada cualquiera, sin colores, o quizás gris, y algunos
cubanos con manto apático lo sienten igual. No obstante, tampoco debemos
desterrar ópticas sensoriales. Hacerse de la vista gorda ante la celebración de
grandes y pequeños jóvenes, significa ver la vida en blanco y negro. Por
suerte, al menos el mes de abril lo veo rojo…
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