Esta vez no es el Cartero
Fogón. Tampoco el lobo de Los Tres Cerditos, ni Los Siete Chivitos… ¿Quién
llama a la puerta? Quien llama a la puerta hace rato avisó que venía…
En tiempos donde el control legitima su
condición de flagelo de las negligencias, caen de la mata las necesidades de la
transparencia en los mecanismos destinados a monitorear, revisar el accionar de
empresas, entidades o instituciones. Y cada instancia está comandada por
humanos que cometen errores, pero, ¡No es para tanto!
Desde niño escuchaba en la escuela el temor
por las visitas. Eso de “viene la inspección y hay que portarse bien” anunciaba
la rutina de preparación con el fin de garantizar la buena imagen. Entonces,
cada mecanismo ha de mostrar su efectividad y organización. Como dijeran en el
programa infantil “La
Sombrilla Amarilla”: “Un lugar para cada cosa, cada cosa en
su lugar”.
Cuando la visita se anuncia y recontranuncia, sobreviene la oportunidad de tapar fisuras, esconder errores y entrar en cintura algún recurso o implemento extraviado por otros atajos. Las cosas deben encajar, todo cuadradito… aunque en medio de tantos trajines se cuelen algunas mentirillas, no tan piadosas.
Mas, aún así, amén del aviso, en varios
sitios brotan las faltas, mayúsculas incluso. ¿Se imaginan si algunas veces los
controles cayeran de sorpresa, como del cielo? Unos cuantos pisos vibrarían y
ciertas descargas, más que eléctricas, provocarían truenos. ¡Qué truenos!
En dicho proceso pervive el exceso de
subjetividad. También varios análisis quedan en la epidermis, en la superficie
donde solo flotan elementos ligeros, porque el material pesado va al fondo, a
donde pocos puedan ver.
Últimamente, la política del país toma el
cauce hacia la consolidación de los mecanismos de control, gracias, en gran
medida, a la creación de la Contraloría General de la República de Cuba, en
aras de disminuir los hechos de corrupción e ilegalidades. Y con tal sistema de
alarmas, han salido del hoyo disímiles negocios, ¡negociazos! que se cocinaban
en los oscuro y con el “don” de la impunidad.
Gladys Bejerano Portela, Contralora General
de la República,
ha insistido en la necesidad de profundizar en la calidad de las auditorías, el
completamiento de las plazas de auditores de las empresas, en la preparación
del personal con esa responsabilidad y los cuadros en general. La Contraloría no es para
acabar con alguien, es para ayudar despojada de extremismo, para evitar que
valiosos compañeros caigan en lamentables errores
No basta con las justificaciones populares
sobre el salario, que es bajo, es cierto, pero existen quienes quieren ganar,
robar 10, 20, 30… veces más que el sueldo. Entonces, las consabidas visitas han
de enrumbarse hacia las búsquedas de peces grandes, y no solo volcarse a buscar
papeles, pues estos también engañan. Con tanta revisión de documentos no vale
la esfumación de las contrariedades que van más allá de los números, letras,
planillas. Es preciso, entrevistarse con las personas, llegar a los almacenes y
contabilizar, dudar, siempre dudar…
De igual manera ocurre cuando se organizan
inspecciones por establecimientos donde deben atender al pueblo, en aquellos
sitios donde se elaboran los alimentos o confeccionan productos listos, o mal
listos, para el expendio.
Hace unos años a los cubanos les llamó mucho
la atención el recorrido que hiciera Lázaro Expósito Canto, primer secretario
del Comité Provincial del Partido en Santiago de Cuba, junto a la prensa, en
plena madrugada por varios establecimientos de la ciudad héroe. Y al arribar
por sorpresa, encontró situaciones lamentables, desagradables… pero halló la
verdad, la verdad verdadera, como dijera una vecina.
Si avisara, enseguida se movilizan los
resortes del buen gusto, la cortesía. Y todo parece color de rosa. Y hasta nos
imaginamos que vivimos en la sociedad perfecta, ideal… cuando en realidad, el
pueblo y la propia cotidianidad palpan otros sinsabores desconocidos por las
autoridades y/o visitas, y evadidos por algunos responsables.
Quienes revisan tampoco son santos, muchos le
dan pienso a la vista para mostrar hasta cuanto engorda. Así, ayudan a tapar
los agujeros amparados en esa fiebre de sociolismo: yo te resuelvo, tú me
resuelves, ellos nos resuelven, en fin, nosotros nos resolvemos…
Existen diferentes maneras de controlar la
labor de directivos, administrativos y colectivos de trabajo en general… y en los
últimos tiempos las auditorías y contralorías ayudan a cuajar mejor los
mecanismos de monitoreo, en pos de evitar el cambio de gato por liebre y de que
muchos metan la mano a diestra y siniestra, con más avaricia que Masicas.
No obstante, nos corresponde activar otras
formas: recorridos sorpresivos, llegadas supuestamente inoportunas con el fin
de levantar hasta la última losa del suelo, abrir las cajas fuertes donde se
esconden los inventos.
De vez en cuando, las visitas deben vestirse
de pueblo y sentir en carne propia las desventuras. Resulta una manera efectiva
de palpar la realidad. Así, cuando toquen a la puerta… Tun tun… al negligente
ni le dé tiempo preguntar ¿Quién es…? Entonces, solo tendrá chance de abrir la
boca como síntoma de estupefacción y... “Caballero, nos cogieron…”.
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