No imagina esa rumiante, quizás familia de
Matilda, cuántas personas aguardan por llevarse a casa un poco de lo producido
en su interior.
Pero, el animal no tiene la culpa, por
ejemplo, de la ausencia de una cifra superior al millón 400 mil litros en el
plan previsto en Cienfuegos este año. De seguro, ni siquiera le molestan tanto
los madrugones, y hasta alguna con voluntad suficiente llevaría el producto
directamente al sitio de venta o a la industria, pero, imposible… además, no le
toca…
Para eso, el destino dispuso de hombres y
mujeres encargados de extraer y extraer y extraer… Y luego, la leche brincará
dentro de las cantinas por las inclemencias de un viaje en carretón, cuyas
huellas, muchas veces, quedan tatuadas en un camino irregular. Pero ese vaivén
no es la causa de la pérdida o desvío de algunas porciones; tales desatinos
nacen de la conciencia, unas veces desvirtuada por la falta de compromiso y
otras mutilada por el enrevesamiento de mecanismos.
Resulta pues, que otros humanos deben
recogerla en determinado punto, luego se determina la calidad, devenida eslabón
contradictorio por las polémicas suscitadas entre los campesinos y encargados
de evaluarla. Entonces, quienes la venden a la población suelen aumentarla, ¡ya
saben con qué! y ciertos representantes de una empresa deben pagar a quienes
dedicaron parte de la madrugada a acopiarla, en ocasiones descalzos en piso de
tierra, a la intemperie, en condiciones precarias, inapropiadas para dicha
labor.
Así se redondea el circuito. La cadena suele
parecer factible y hasta eficaz desde el estado ideal de su concepción, pero,
no resulta tan óptima cuando las trabas nutren los incumplimientos.
Los entresijos emanan de los descuidos en la
contratación, carente de rigurosidad, de profundización y con excesiva
ambigüedad. Los planes precisan de adecuación, no solo en concordancia con el
número de reses, sino con las garantías de alimentación, la cantidad de hembras
paridas y los insumos. Estos últimos, muchas veces llegan tarde a las manos del
ganadero.
A ello se adhieren las dificultades en la
comercialización, inundada por la inestabilidad en el horario de recogida,
cuyos efectos menoscaban la calidad, el procesamiento y consumo. También
intervienen otros impedimentos en el acarreo y las malas condiciones de los
puntos de recogida, muchos de ellos desprovistos de techos, refrescadores,
seguridad…
En tal sentido, algunas raciones del blanco
alimento marchan por otros atajos, pues resulta tentadora la oferta de cuatro o
cinco pesos por cada litro, cuando tanto la industria como “comercio” pagan
cerca de la mitad de ese monto. No obstante, los estudios de factibilidad
indican que los precios del Estado deben oscilar de esa manera para palpar las
ganancias en comparación con la compra en el exterior, y la mayoría de los
guajiros lo entienden así, pero…
¿Qué justifica la tardanza en el pago? A
veces el burocratismo lacera la entrada de ingresos, e incluso incomodan, ¡con
razón! a los directores y productores de las cooperativas, quienes necesitan el
dinero “al conta´o”, para pagarle a los ayudantes, invertir en insumos,
¡también caros!, y por supuesto, para el disfrute…
Hoy se expande en la cotidianidad la máxima
de que los campesinos despertaron, demasiado creo, pues, algunos dejaron la
ingenuidad bajo tierra y sin retoños. Esos, devienen habilidosos negociantes
carentes de compromiso, alejados de su misión social y económica.
Sin embargo, el peso de las culpas recae en
quienes deben guiarlos, controlarlos, atenderlos; en los responsables de
entregarles la satisfacción, la gratificación disfrazada en un diploma,
actividad de reconocimiento y, sobre todo, en un billete, ¡seamos realistas!
Entonces, ¿hasta cuándo las indisciplinas
golpearán una y otra vez los procesos vitales para la eficiencia económica y el
contento de la sociedad? ¿Cuánto tiempo nos espera aún envueltos en tantas
desavenencias, en infortunios que entorpecen el futuro? ¿Será que quienes no
prestan debida atención al asunto tienen garantizado ese líquido en sus
hogares?, ¿será…? ¡Seguro!
Quizás
subir el precio de los litros acumulados por encima del plan, constituiría un
incentivo en pos de llegar a la meta e impeler a los rezagados. Otros ajustes
precisan del suministro de termos y stabilak en función de una mejor calidad. Varias alternativas deben surgir, en
función, no solo de cumplir como consigna, sino de mejorar los rendimientos con
eficiencia y reducir los montos en importaciones de leche en polvo ascendentes
a 4 mil dólares la tonelada.
Al asunto le sobra tela por donde cortar, y
al cerrar el 2012 algunas desavenencias quedarán en el pasado, pero otras
enseñanzas necesitan cruzar la frontera entre diciembre y enero tras el
perfeccionamiento de los mecanismos, y de una vez y por todas, sacar provecho
de las experiencias, sin prepotencias, sin enfadarse con las críticas, sin
cerrarle las puertas a la razón.
Cierta superstición dicta que “quien toca en
madera, espera”, aguardemos entonces por el correcto funcionamiento del
circuito de producción, comercialización y consumo. Así, durante los próximos
doce meses, al marchar tras los pasos de las prioridades del país, esperemos no
tropezar con los mismos baches en la ruta de la leche.
Me parece que el problema de la leche pasa indefectiblemente por un factor subjetivo. Está el know how, están las vaquerías y el personal; entonces sólo queda revisar las políticas que se llevan a cabo a la hora de dirigir. Nada, por acá seguimos haciendo un periodismo responsable. Felicidades a detrás del cristal. Un abrazo.
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