A veces los números forman parte de la
realidad, sin apenas parecer reales. Traen el contento para algunos y a otros
resultan indiferentes, pues en ocasiones crecen de manera dialéctica, mas, en
varios sitios y circunstancias padecen de la misma quietud, de los mismos
dígitos de supervivencia.
Así ocurre cuando hablamos de planes,
ascendentes con el paso de los años, aunque ausentes aún, en cada momento, en
cada instante de la cotidianidad del cubano. Y ante la oleada de cumplimientos
y sobrecumplimientos emergen, tal cual cuchillos, comentarios como: “con esas
cifras no lleno el plato de comida”.