viernes, 10 de mayo de 2013

El silencio habla...


Trabajo escrito por: Nayvis Flores Santana 

Desde niña siempre odié el vacío ante mis preguntas, el eco de mi voz que retumbaba por descortesía de algunos adultos. Difícil imaginar cuánto aprendería con el tiempo acerca de los silencios.

Ellos aumentan como epidemia en medio de una sociedad ávida de ruido. Emergen desde una transparencia llena de matices, producto de desiguales situaciones o contextos.
Así hallamos al silencio tímido, ese que no concuerda con el criterio colectivo, que hierve dentro del hombre inconforme en medio de la reunión y sin embargo calla para no hacerse notar.

Otros, prefieren los silencios escépticos por aquello de que no vale la pena hablar sobre un asunto sin respuesta; porque a la voz crítica siempre le aparecen sordos a las preocupaciones, por necedad o por conveniencia.  

Sin embargo, los más molestos son los silencios intencionados; esos que bajan el volumen para lo que no es conveniente; que designan frenos para no escuchar verdades; amparados en la idea de evitar pánico o complicaciones.

En este caso, los silenciosos solo pretenden hacer más fácil su trabajo.
Con los años aprendí que dentro del lenguaje radial el silencio destaca como un excelente recurso para transmitir mensajes; y no puedo dejar de preguntarme, ¿no sucede igual en la sociedad?; ¿cuántos mensajes escriben los silencios cuando se esperan respuestas, informaciones?

Resulta difícil comprender la insistencia en la mudez, porque el silencio no calma; al contrario, preocupa, genera bolas, chismes y aristas inciertas de los asuntos, que varias veces terminan enarbolándose como verdad.

Confío en el buen sentido de quienes optan por explicar y orientar mediante las palabras; pues allí también está nuestra labor. Como en mis primeros años me declaro enemiga del mutis; ciertamente ante los silencios prefiero los gritos; al menos a ellos siempre puedo responder.

1 comentario:

  1. Nayvis, me gustó mucho tu comentario. Tienes razón, hay silencios mucho más locuaces que las palabras.
    Yudith

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