Juan Triana Cordoví, Doctor
en Ciencias Económicas y profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), ofreció en
Cienfuegos una conferencia sobre los resultados de la economía cubana durante
el 2013.
Desde la estancia universitaria, en las
clases de economía casi siempre asomaban las mismas preguntas: si tenemos tanto
atraso tecnológico en los procesos productivos e industriales ¿por qué no
abrimos más las puertas a la inversión extranjera? Varios razonamientos
fluctúan alrededor del tema, que debe dejar de convertirse en un fantasma para
el socialismo, y mutar en componente, si es que realmente pretendemos convertirnos
en un país próspero y sustentable.
Este resultó uno de los principales tópicos
abordados por el Doctor en Ciencias Económicas Juan Triana Cordoví, durante la
conferencia que ofreciera en Cienfuegos, en la cual insistió que “nuestra
economía tiene que crecer, de lo contrario no tendremos nada que distribuir,
nada para invertir, no podremos formar capitales. Y no podemos crecer con
nuestros propios recursos, porque la diferencia entre lo que tenemos y lo que
nos falta, es mucha, de ahí la importancia de la inversión extranjera directa”.
El también profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), recalcó el cambio de óptica respecto al tema, y alertó no verlo como complemento de la inversión nacional, sino como factor decisivo rumbo al desarrollo.
La maquinaria y la industria en Cuba presentan 35 o 40 años de explotación y por ende, es imposible con tales recursos
competir en el mercado internacional, ni llamar la atención de importantes
compradores en el mundo. Por tales razones, además, “tenemos bajas tasas de
crecimiento y problemas de distorsión de la calidad de ese crecimiento”.
Algunos ejemplos se concretan en pasos de
mayor avance como el Puerto del Mariel en La Habana, y más cerca, en la propia provincia de
Cienfuegos la primera inversión extranjera en la industria azucarera, con la
inserción de empresarios brasileños en el Central Cinco de Septiembre de Rodas,
cuya iniciativa permitirá incrementar los niveles de eficiencia a partir de una
renovación de la industria y estimulación al hombre, apoyados en un crédito de
120 millones de dólares a emplear en los próximos 14 años.
Pero estas alternativas, aunque representen
una mayor flexibilidad en este sentido, no significa el logro de la apertura
necesaria en estos asuntos. Es preciso ceder terreno en otras cuestiones y sectores
donde hemos probado nuestra ineficiencia, y de esa manera negociar, desarrollar
a partir de la inyección desde el exterior. No significa entregar nada en
bandeja de plata, aunque algunas mentes estrechas así lo piensen.
“Tenemos que lograr que este país concrete
grandes y pequeñas inversiones, y sepa manejarlas de diferente manera. Tenemos
que lograr escalones en ese manejo a escala nacional, provincial y local. A
veces hemos padecido de prejuicios, síndromes de que solo importa la inversión
grande, y es un error, pues hay pequeñas inversiones que también pueden
dinamizar la economía”.
El Doctor en Ciencias lo ilustró con un
ejemplo sencillo: “Quizás no tenemos los 100 mil dólares para comprar una
máquina de deshidratación de alimentos, pero alguien desde el exterior los
puede poner y así no se nos pudren más los tomates y los mangos en el campo”.
Aunque esta no signifique la
única estrategia en función de avanzar hacia el desarrollo, sí contiene un gran
peso al influir de manera directa en el acceso a las tecnologías, los mercados,
generaría fuentes de empleo de alta remuneración para el trabajador y resulta
un aporte indispensable de financiamiento, incluso, para impulsar obras
sociales.
Nuestro país está a las
puertas de aprobar una nueva Ley de Inversión Extranjera, anunciada para el mes
de marzo, aunque ahora, pospuesta para abril. Entonces, deben abrírsenos los
cielos, solo necesitamos que con la abertura sobrevengan menos trabas,
trámites, restricciones, recelos en los propios mecanismos de aprobación y
funcionamiento de empresas foráneas en Cuba.
Debemos despojarnos de
ciertos tabúes como el ocultamiento de tales estrategias económicas. Aún
algunos directivos muestran reticencia al hablar sobre el tema a la prensa,
como si algo tan fructífero fuera a lacerar la integridad de la nación. Olvidan
que el propio pronunciamiento de los medios podría llamar la atención de otros
interesados en venir hasta Cuba a invertir capitales.
Juan Triana incluye la reestructuración de la ley de
Inversión Extranjera, como uno de los saltos importantes de Cuba con vistas a
crecer económicamente, y es que, si bien algunos sectores como el turismo, la industria del petróleo, la minería del níquel y otros, ya han experimentado
estas experiencias, es preciso expandirlo hasta otros frentes, incluso los
supuestamente más pequeños. “Para manejar el capital grande y el pequeño hay
que dejar que desde afuera inviertan aquí”, recalcó el Doctor, quien insistió
en la necesidad de garantizar la prosperidad para los habitantes de la Isla.
¿Ceerá el pueblo cubano en
el socialismo sin palpar la prosperidad?¿Podremos lograr la prosperidad sin
garantizar el desarrollo a partir del crecimiento económico? ¿Podremos crecer
sin abrir, de par en par, las puertas a la inversión extranjera directa? Ojalá
vayamos por el camino correcto.
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