jueves, 20 de febrero de 2014

“La inversión extranjera es definitiva para crecer”, dijo Juan Triana


Juan Triana Cordoví, Doctor en Ciencias Económicas y profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), ofreció en Cienfuegos una conferencia sobre los resultados de la economía cubana durante el 2013.

  Desde la estancia universitaria, en las clases de economía casi siempre asomaban las mismas preguntas: si tenemos tanto atraso tecnológico en los procesos productivos e industriales ¿por qué no abrimos más las puertas a la inversión extranjera? Varios razonamientos fluctúan alrededor del tema, que debe dejar de convertirse en un fantasma para el socialismo, y mutar en componente, si es que realmente pretendemos convertirnos en un país próspero y sustentable.

 Este resultó uno de los principales tópicos abordados por el Doctor en Ciencias Económicas Juan Triana Cordoví, durante la conferencia que ofreciera en Cienfuegos, en la cual insistió que “nuestra economía tiene que crecer, de lo contrario no tendremos nada que distribuir, nada para invertir, no podremos formar capitales. Y no podemos crecer con nuestros propios recursos, porque la diferencia entre lo que tenemos y lo que nos falta, es mucha, de ahí la importancia de la inversión extranjera directa”.

 
El también profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), recalcó el cambio de óptica respecto al tema, y alertó no verlo como complemento de la inversión nacional, sino como factor decisivo rumbo al desarrollo.

  La maquinaria y la industria en Cuba presentan 35 o 40 años de explotación y por ende, es imposible con tales recursos competir en el mercado internacional, ni llamar la atención de importantes compradores en el mundo. Por tales razones, además, “tenemos bajas tasas de crecimiento y problemas de distorsión de la calidad de ese crecimiento”. 

  Algunos ejemplos se concretan en pasos de mayor avance como el Puerto del Mariel en La Habana, y más cerca, en la propia provincia de Cienfuegos la primera inversión extranjera en la industria azucarera, con la inserción de empresarios brasileños en el Central Cinco de Septiembre de Rodas, cuya iniciativa permitirá incrementar los niveles de eficiencia a partir de una renovación de la industria y estimulación al hombre, apoyados en un crédito de 120 millones de dólares a emplear en los próximos 14 años.

  Pero estas alternativas, aunque representen una mayor flexibilidad en este sentido, no significa el logro de la apertura necesaria en estos asuntos. Es preciso ceder terreno en otras cuestiones y sectores donde hemos probado nuestra ineficiencia, y de esa manera negociar, desarrollar a partir de la inyección desde el exterior. No significa entregar nada en bandeja de plata, aunque algunas mentes estrechas así lo piensen.

  “Tenemos que lograr que este país concrete grandes y pequeñas inversiones, y sepa manejarlas de diferente manera. Tenemos que lograr escalones en ese manejo a escala nacional, provincial y local. A veces hemos padecido de prejuicios, síndromes de que solo importa la inversión grande, y es un error, pues hay pequeñas inversiones que también pueden dinamizar la economía”.

  El Doctor en Ciencias lo ilustró con un ejemplo sencillo: “Quizás no tenemos los 100 mil dólares para comprar una máquina de deshidratación de alimentos, pero alguien desde el exterior los puede poner y así no se nos pudren más los tomates y los mangos en el campo”.  

  Aunque esta no signifique la única estrategia en función de avanzar hacia el desarrollo, sí contiene un gran peso al influir de manera directa en el acceso a las tecnologías, los mercados, generaría fuentes de empleo de alta remuneración para el trabajador y resulta un aporte indispensable de financiamiento, incluso, para impulsar obras sociales.    

 Nuestro país está a las puertas de aprobar una nueva Ley de Inversión Extranjera, anunciada para el mes de marzo, aunque ahora, pospuesta para abril. Entonces, deben abrírsenos los cielos, solo necesitamos que con la abertura sobrevengan menos trabas, trámites, restricciones, recelos en los propios mecanismos de aprobación y funcionamiento de empresas foráneas en Cuba.

 Debemos despojarnos de ciertos tabúes como el ocultamiento de tales estrategias económicas. Aún algunos directivos muestran reticencia al hablar sobre el tema a la prensa, como si algo tan fructífero fuera a lacerar la integridad de la nación. Olvidan que el propio pronunciamiento de los medios podría llamar la atención de otros interesados en venir hasta Cuba a invertir capitales.

 Juan Triana  incluye la reestructuración de la ley de Inversión Extranjera, como uno de los saltos importantes de Cuba con vistas a crecer económicamente, y es que, si bien algunos sectores como el turismo, la industria del petróleo, la minería del níquel y otros, ya han experimentado estas experiencias, es preciso expandirlo hasta otros frentes, incluso los supuestamente más pequeños. “Para manejar el capital grande y el pequeño hay que dejar que desde afuera inviertan aquí”, recalcó el Doctor, quien insistió en la necesidad de garantizar la prosperidad para los habitantes de la Isla.    

 ¿Ceerá el pueblo cubano en el socialismo sin palpar la prosperidad?¿Podremos lograr la prosperidad sin garantizar el desarrollo a partir del crecimiento económico? ¿Podremos crecer sin abrir, de par en par, las puertas a la inversión extranjera directa? Ojalá vayamos por el camino correcto.

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