viernes, 4 de octubre de 2013

Tun tun… ¿Quién es?


Esta vez no es el Cartero Fogón. Tampoco el lobo de Los Tres Cerditos, ni Los Siete Chivitos… ¿Quién llama a la puerta? Quien llama a la puerta hace rato avisó que venía… 
  
 En tiempos donde el control legitima su condición de flagelo de las negligencias, caen de la mata las necesidades de la transparencia en los mecanismos destinados a monitorear, revisar el accionar de empresas, entidades o instituciones. Y cada instancia está comandada por humanos que cometen errores, pero, ¡No es para tanto!

 Desde niño escuchaba en la escuela el temor por las visitas. Eso de “viene la inspección y hay que portarse bien” anunciaba la rutina de preparación con el fin de garantizar la buena imagen. Entonces, cada mecanismo ha de mostrar su efectividad y organización. Como dijeran en el programa infantil “La Sombrilla Amarilla”: “Un lugar para cada cosa, cada cosa en su lugar”.


Cuando la visita se anuncia y recontranuncia, sobreviene la oportunidad de tapar fisuras, esconder errores y entrar en cintura algún recurso o implemento extraviado por otros atajos. Las cosas deben encajar, todo cuadradito… aunque en medio de tantos trajines se cuelen algunas mentirillas, no tan piadosas.

 Mas, aún así, amén del aviso, en varios sitios brotan las faltas, mayúsculas incluso. ¿Se imaginan si algunas veces los controles cayeran de sorpresa, como del cielo? Unos cuantos pisos vibrarían y ciertas descargas, más que eléctricas, provocarían truenos. ¡Qué truenos!       

 En dicho proceso pervive el exceso de subjetividad. También varios análisis quedan en la epidermis, en la superficie donde solo flotan elementos ligeros, porque el material pesado va al fondo, a donde pocos puedan ver.

 Últimamente, la política del país toma el cauce hacia la consolidación de los mecanismos de control, gracias, en gran medida, a la creación de la Contraloría General de la República de Cuba, en aras de disminuir los hechos de corrupción e ilegalidades. Y con tal sistema de alarmas, han salido del hoyo disímiles negocios, ¡negociazos! que se cocinaban en los oscuro y con el “don” de la impunidad.

 Gladys Bejerano Portela, Contralora General de la República, ha insistido en la necesidad de profundizar en la calidad de las auditorías, el completamiento de las plazas de auditores de las empresas, en la preparación del personal con esa responsabilidad y los cuadros en general. La Contraloría no es para acabar con alguien, es para ayudar despojada de extremismo, para evitar que valiosos compañeros caigan en lamentables errores

 No basta con las justificaciones populares sobre el salario, que es bajo, es cierto, pero existen quienes quieren ganar, robar 10, 20, 30… veces más que el sueldo. Entonces, las consabidas visitas han de enrumbarse hacia las búsquedas de peces grandes, y no solo volcarse a buscar papeles, pues estos también engañan. Con tanta revisión de documentos no vale la esfumación de las contrariedades que van más allá de los números, letras, planillas. Es preciso, entrevistarse con las personas, llegar a los almacenes y contabilizar, dudar, siempre dudar…

 De igual manera ocurre cuando se organizan inspecciones por establecimientos donde deben atender al pueblo, en aquellos sitios donde se elaboran los alimentos o confeccionan productos listos, o mal listos, para el expendio.

 Hace unos años a los cubanos les llamó mucho la atención el recorrido que hiciera Lázaro Expósito Canto, primer secretario del Comité Provincial del Partido en Santiago de Cuba, junto a la prensa, en plena madrugada por varios establecimientos de la ciudad héroe. Y al arribar por sorpresa, encontró situaciones lamentables, desagradables… pero halló la verdad, la verdad verdadera, como dijera una vecina.

 Si avisara, enseguida se movilizan los resortes del buen gusto, la cortesía. Y todo parece color de rosa. Y hasta nos imaginamos que vivimos en la sociedad perfecta, ideal… cuando en realidad, el pueblo y la propia cotidianidad palpan otros sinsabores desconocidos por las autoridades y/o visitas, y evadidos por algunos responsables.

 Quienes revisan tampoco son santos, muchos le dan pienso a la vista para mostrar hasta cuanto engorda. Así, ayudan a tapar los agujeros amparados en esa fiebre de sociolismo: yo te resuelvo, tú me resuelves, ellos nos resuelven, en fin, nosotros nos resolvemos…

 Existen diferentes maneras de controlar la labor de directivos, administrativos y colectivos de trabajo en general… y en los últimos tiempos las auditorías y contralorías ayudan a cuajar mejor los mecanismos de monitoreo, en pos de evitar el cambio de gato por liebre y de que muchos metan la mano a diestra y siniestra, con más avaricia que Masicas.

 No obstante, nos corresponde activar otras formas: recorridos sorpresivos, llegadas supuestamente inoportunas con el fin de levantar hasta la última losa del suelo, abrir las cajas fuertes donde se esconden los inventos.

 De vez en cuando, las visitas deben vestirse de pueblo y sentir en carne propia las desventuras. Resulta una manera efectiva de palpar la realidad. Así, cuando toquen a la puerta… Tun tun… al negligente ni le dé tiempo preguntar ¿Quién es…? Entonces, solo tendrá chance de abrir la boca como síntoma de estupefacción y... “Caballero, nos cogieron…”.         


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