viernes, 1 de noviembre de 2013

Atención primaria para nuestros médicos



Escrito por: Nayvis Flores Santana 

Las buenas intenciones y los exhaustivos planes no bastan. Cuando se trata del hombre y sus necesidades la realidad impone caminos difíciles y la superación deviene meta constante en la cotidianidad.

Así ocurre en Cuba con el programa de Médicos de la familia, un proyecto creado en los años ochenta que resultó en sus inicios la mejor de las iniciativas para atenuar los problemas sanitarios de la población. Hoy, a tres décadas de fundado, las dificultades e insatisfacciones describen un panorama alejado de los principios de su surgimiento.

En los últimos tiempos, la inestabilidad de los galenos, la carencia de utensilios y el deterioro de los consultorios, provocaron una grieta en este programa que languidece dentro de los barrios y pueblos.


Las causas resultan diversas. Dificultades materiales y administrativas se entrelazaron con la insuficiente preparación del personal y las limitadas condiciones de vida de nuestros trabajadores de la salud.

El médico de la familia quedó relegado a tomar la presión arterial, proveer recetas y remitir a los pacientes hacia otras instituciones con mayores servicios y equipamientos. Pocos, permanecen por más tiempo del exigido en un consultorio y nuevamente queda el lugar a la espera de otro galeno de paso.

En algunos sitios la ausencia no se hace notar demasiado, pero existen lugares, comunidades apartadas lejos de hospitales o policlínicos, donde la labor de estos profesionales resulta vital e imprescindible.

Sin embargo, ¿podemos juzgar a los doctores por buscar la superación y una mejor retribución económica?

Nuestros médicos, amén de su labor humanitaria, también tienen aspiraciones, preocupaciones y carencias. Como trabajador común precisa sustentar a su familia y llenar el plato en la mesa cada día. Entonces, el mejor camino siempre va a ser el de mayor remuneración monetaria.

La gratificación material para el personal de la salud deviene meta constante en la actualidad, porque la ayuda solidaria a otras regiones del mundo no puede resentir a los nuestros, a un sistema del que nos enorgullecemos a diario.

Algunos pasos, como el pago a la nocturnidad, anuncian las intenciones en pos del progreso. Pero la alternativa resulta insuficiente y quien permanece en un consultorio médico queda fuera de muchos beneficios.

En un encuentro con la prensa especializada a inicios de este año, Roberto Morales Ojeda, Ministro de Salud en Cuba, reconoció la necesidad de incrementar la calidad y satisfacción de la población, a partir del mejor actuar médico y la solución de los problemas burocráticos y logísticos. A finales del 2013 persisten la mayoría de las insatisfacciones.

Reconocer nuestras insuficiencias no oscurece las conquistas de antaño; al contrario, permite profundizar en las debilidades. La atención primaria de salud reclama vitalidad y esta labor no puede desligarse de las necesidades de nuestra sociedad, de las carencias y aspiraciones del hombre, de la propia atención primaria a nuestros médicos.

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