jueves, 30 de enero de 2014

De mercancías perdidas y estantes vacíos



Tras la prohibición de vender ropa, bisuterías, ferretería y artículos del hogar importados, se palpa la inconformidad de un grupo de cuentapropistas y de la población.  

 Algunos estantes amanecieron más vacíos en el 2014. Ropas, zapatos y bisutería de procedencia extranjera descansan en los baúles… Bueno, al menos ante los ojos de la legalidad, pues solo Dios y algunos osados saben bien a dónde fueron a parar los bultos de mercancías que obligatoriamente debieron desaparecer de establecimientos no estatales.
  
 El 31 de diciembre era la fecha límite para exhibir tales bienes, pues en septiembre de 2013 el Ministerio de Trabajo y SeguridadSocial (MTSS) aclaró que en la licencia de “modisto o sastre” -mediante la cual se expendía la ropa- no permite comercializar estos medios de fabricación industrial o importada. 
  
 “Imagínate periodista las cosas se pierden. En lugares como el 'callejón' uno encontraba de todo: polvos para la cara, brillos de labio, aguja, hilo, elásticos, acetona, gafas lindas … ahora nada de eso aparece allí, ni tenemos la seguridad de encontrarlos en otro lugar; ellos solo pueden vender los productos nacionales, que por cierto, están feos, feos”, comentó la ciudadana Milagros Cabrera Concepción.
  

Otros tantos pobladores también quisieron opinar, como es el caso de Yohandry Gómez Cuellar: “El estado no quiere que compremos la ropa importada, sin embargo, la que tienen en sus tiendas es de muy mal gusto y con precios exorbitantes. ¿Entonces no tenemos elección? Yo de cualquier manera la voy a seguir comprando en la calle, por la izquierda, que es de mejor calidad y más barata”.
  
 Al tomarle el pulso a la situación a solo unos días de implementada la medida, el ambiente se torna caldeado, la polémica va de un lado a otro y el estado de ánimo se ve en los rostros, se palpa en el verbo de los propios vendedores: “Yo he invertido mucho en la percha, y aunque nos dieron plazo hasta el 31 de diciembre para liquidar el inventario, las pérdidas son considerables”, argumentó una de estas trabajadoras que pidió no ser identificada.
  
  Es cierto que tal actividad no guardaba relación con el “modisto o sastre”, que “confecciona, arregla y transforma ropas, y realiza trabajos simples y complejos de sastrería y costura a la medida”. Pero tardamos dos años en darnos cuenta de los desajustes entre la legislación y lo expendido en percheros, estantes… Como tantas veces, dejamos crecer las alas, para luego cortar el vuelo. ¿Es más fácil prohibir?¿Es más fácil negar la realidad, el gusto de la gente?

 De esa manera, la competencia entre el trabajo por cuenta propia y el comercio estatal es desleal, y cada cual busca abrirse paso y no quedarse rezagado en esta carrera emprendida por la economía cubana, pero en la búsqueda del bien común no han de soslayarse las necesidades de la mayoría, siempre existen mecanismos para el consenso. ¿Dónde están? Resta encontrarlos, aplicarlos…

 No parece mala idea la creación de otro tipo de licencias con impuestos diferentes y permiso de importación ajustado a los requisitos fiscales necesarios en dicha labor. Esa u otras alternativas deben surgir como vías de solución a un entorno que aún divaga entre insatisfacciones, querellas, inseguridades…

 De lo contrario, queda en manos del comercio interior cubano suplir la sed de la demanda al garantizar en sus mercados la presencia, calidad y precio óptimo de esa ropa, zapatos y bisuterías, que sin dudas, gozaban de preferencia entre los consumidores. ¿Podrá? Quizás…

 Lo cierto es que no hace falta ponerle un GPS a estos productos para conocer a dónde van a parar. Tienen abiertas las puertas del mercado negro y entran en la lista de quienes en plena calle pregonan en voz baja: “tengo cinto, medias, gafas, zapatillas, pulóver, pantalones, short, piezas de baño, pellizcos, brillos de labio…” y hasta una casa en partes si la deseas.

 Tendrán que ponerse las pilas los inspectores, las pilas no, baterías que sumen 48 volt, tal vez más. Posiblemente se incremente la cantidad de multas, pero aún así, esa siempre será una cacería dispar, porque el sociolismo, la vista gorda, la efervescencia de la ilegalidad y la pérdida de la noción del peligro, parecen conformar el estrado de la impunidad.

 Quizás merme el flujo de estos bienes, pero cuesta creer el cese de la entrada de ropa, zapatos, bisuterías, artículos del hogar o ferretería provenientes de Ecuador, Panamá, México, Estados Unidos y otras latitudes. A lo mejor en estos primeros meses apriete la mano del control, mas, puede ocurrirnos como en incontables ocasiones, que el tema pasa de moda y el transcurso del tiempo afloja el rigor.

 Entonces, es más saludable atajar oportunamente la dicotomía y pensar en soluciones que extirpen las prohibiciones en tiempos de aperturas. Porque la mercancía disimula estar perdida y los estantes y percheros aparentan desolación, solo eso. No busquen esos medios en gavetas ni baúles, porque la mezcla de tentación y necesidad en el ser humano, nos empuja a la compra-venta a escondidas, y esa, no requiere impuestos.                  


2 comentarios:

  1. excelente trabajo, sobre todo porq refleja la realidad que viven los q en su momento tuvieron los prosperos negoicos de vender ropa en cuba , ojala algo cambie para q tanta gente no pierda mas dinero q el q ya ha perdido.

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  2. Gracias por comentar!! sobre esa base debe debe moverse el preriodismo, sobre lo que le duele a la gente

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