viernes, 4 de abril de 2014

La inquietud quiere posarse en la piel joven



José Manuel Bermúdez, ingeniero en la Empresa Termoeleéctrica Cienfuegos
 
 José manuel Bermúdez García, Ingeniero Industrial que trabaja en la Empresa Termoeléctrica Cienfuegos, emite sus criterios sobre las necesidades y actitudes de los jóvenes en Cuba. 

 Llega el insecto de la inquietud a posarse en la piel joven. Y no falta aquel malintencionado que insiste en espantarlo. Pero el insecto regresa, porque le cuesta resistirse a la sangre fresca, porque la propia inquietud parece un reflejo incondicionado en los de esa generación.
  Son los jóvenes quienes han guiado, en su mayoría, los procesos revolucionarios y sostienen buena parte de la batuta del cambio con esa rebeldía que los caracteriza. Es la misma rebeldía posada en otro contexto. No obstante, a pesar de la preocupante apatía, que me atrevo a asegurar asecha a una parte de este grupo etáreo en Cuba, sí sobresalen otros con deseos de avanzar —entiéndase mejorar el modo de vida— aún cuando acusen a su lengua de látigo inoportuno.
 
Y entre esta diversidad conviven vagos, inventores, revendedores, apostadores, machucadores del inglés como “gestores” del turismo y también confluyen los artistas desenfadados, universitarios, ingenieros, médicos, maestros, periodistas, economistas… quienes guardan un voto de confianza al futuro para convencerse de que no estudiaron para empolvar el título debajo del colchón.
  Así, sobresalen otros como el ingeniero industrial José Manuel Bermúdez García, con cerca de 30 años y especialista del grupo de seguridad y salud en el trabajo y medio ambiente en la Empresa Termoeléctrica Cienfuegos. En cierta medida se considera dichoso, en otras, quizás no.    
   
Al graduarte en el 2008, ¿cómo asumiste tu ubicación laboral? ¿Te satisfizo? 

  “Tenía buenas referencias de la termoeléctrica, a pesar de que mi tesis fue de la Refinería. No estuve descontento con mi ubicación. Esta es una de la Empresas insignes de la provincia y a veces no se conoce lo suficiente cuando uno está en la universidad. Así, cuando llegamos nos damos cuenta de cuan organizado es el trabajo aquí”.   
   
En el tránsito de la universidad al trabajo, ¿cómo fue el choque entre las concepciones teóricas y el enfrentamiento a la práctica?

  “En la universidad el estilo es hacer un análisis más profundo de un problema determinado. Ver los pro, los contra; sin embargo, acá la dinámica, la presión de darle solución a tiempo, con premura, requiere de variantes más operativas. Y no significa que no se realice ese análisis, ni que la teoría no juega un papel importante, es solo que entran en juego otras variables que nos nutren de experiencia en el sector”.

  Muchos jóvenes luego de estudiar cinco años en la universidad y cumplir su servicio social, abandonan sus centros de trabajo para incorporarse al cuentapropismo. ¿Cómo lo ves desde tu perspectiva de joven universitario que labora para el sector estatal?    

 “Te voy a hablar por las referencias que tengo de otros compañeros. El problema es que muchos de ellos no se sienten estimulados en sus centros de trabajo. Quizás porque no los ubicaron en una plaza afín con lo que estudiaron. También existe la desmotivación con el tema de las pocas entradas económicas al igual que con la falta de incentivo dentro de la organización juvenil y su propia entidad.
  “A algunos les puede chocar el factor generacional, o sea, tal vez les haga falta creer que no pierden el tiempo cuando quieran hacer mucho en esta etapa de la vida. El cuentapropismo no es malo, al contrario…”      

  ¿Crees que la entrada de estos jóvenes volcados al sector no estatal, aunque trabajen en ramas que no guarden relación con su especialidad, ayuden a enriquecer esta nueva forma de gestión económica?

  Muchas veces los de nuestra generación necesitamos sentirnos bien con lo que hacemos. Por ejemplo, si un ingeniero industrial se siente estimulado en una cooperativa de construcción como “ponedor de bloques”, no lo veo mal si se siente reconocido materialmente.
  “A lo mejor cuando lo ubicaron lo pusieron a atender una actividad que no estaba en correspondencia con sus estudios, no le prestaron la debida atención y se subutilizó. Posiblemente poniendo bloque encuentra una mayor realización y siente que aporta más a la sociedad.         
  “Hablo con compañeros míos que sí quisieran hacer más, y se sienten frenados profesionalmente, porque están en lugares de poco movimiento de plazas, o su especialidad la realiza otra persona que no está muy ducha en esos asuntos”.

  Entonces no solo se trata de las carencias materiales, salarios bajos, sino también de un problema de ubicación laboral

  “No todos pueden ir para el turismo ni a buenas empresas. Las malas entidades también tienen que desarrollarse, y es ahí donde confluyen criterios encontrados entre a quien lo ubican en un lugar con menos recursos y todos los días coincide con otro que está en una mejor empresa, realizando realmente lo que estudió. Eso los decepciona un poco”.

  Además de las oportunidades de los jóvenes cubanos, también tienen carencias. ¿Cuáles necesidades tienen los de nuestra generación? ¿Crees que la Internet es una de ellas?       

  “No considero que ninguna de las vías de comunicación sea innecesaria. La juventud cubana está preparada, de eso se ha encargado el proceso revolucionario. Pero soy del criterio que uno nunca termina de aprender y siempre necesitamos capacitarnos. Y hoy el mundo gira alrededor de la Internet”.   

  ¿Conoces las redes sociales como Facebook, Twitter…?

  “Sí, pero no puedo entrar a esos sitios”.   

  Varias estadísticas arrojan que el mayor por ciento de los usuarios de facebook y Twitter están comprendidos entre 25 y 34 años; sin embargo, en Cuba la mayoría de los de esa edad no cuentan con tal acceso.

  “Exigirlo en el ámbito laboral es más complicado, a veces nos sentimos con el derecho de exigirle a la Empresa el porqué no podemos acceder, cuando la raíz del problema no está en la entidad… Pues no pasaría así si cada uno pudiera tener estos recursos en su casa”.

  Sin embargo, ahora poco a poco se van abriendo algunas oportunidades, pero aún muy caras. ¿Crees que los jóvenes graduados universitarios estén en desventaja en este sentido?

  “Eso guarda relación con lo que te decía ahorita de la desmotivación al culminar los estudios. Es un poco decepcionante ver cómo otros jóvenes sin la preparación nuestra les entra el recurso monetario, muchas veces de manera ilícita, y ellos, quienes no fueron a la universidad, tienen ese acceso”.   

  Teniendo en cuenta estas propias decisiones de entrar o no a la universidad, ¿cómo ocurrió en tu caso? ¿Influyeron tus padres?

  “Mis padres son ambos de nivel superior. En el caso de mi papá también es Ingeniero Industrial y ahí tuve ventaja en la orientación profesional. Siempre quise ir a la universidad, lo veía como un sueño, muchos de mi generación lo vieron así también.
  “Hoy en día falta un poco de ese interés. A veces hasta los mismos padres inculcan que para qué estudiar en la universidad. Y hasta les ponen el ejemplo en el propio barrio: ‘tu vecino de la derecha es Ingeniero, Doctor y míralo como está, el trabajo que pasa; y por otro lado mira al de la izquierda que es… algo, cualquier cosa, pero mira que bien vive. Entonces a los jóvenes a quienes se les dice eso, no ven en su futuro llegar a la universidad”.

  Y en tu caso, si pudieras regresar el tiempo, ¿volverías a escoger la vida de universitario?

  “Siempre voy a apostar por el conocimiento. No me arrepiento de haber estudiado en la universidad. Lo lógico es que todos los jóvenes con potencialidades, tengan acceso a la universidad y que el sistema sepa retribuir algún día ese sacrificio, ¡porque es un gran sacrificio!
  “Tuve la suerte de estudiar aquí mismo en Cienfuegos, y comía y dormía todos los días en mi casa. Pero sé de otros amigos que estudiaron en universidades fuera de aquí y pasaron mucho trabajo con el tema del transporte, las malas condiciones de la beca…”         
  Cada cual tiene su suerte echada, unos con menos traspiés, otros con más. Pero siempre es menester guardar alguna inconformidad consigo mismo y con cuanta piedra corte el paso hacia el progreso. Porque cuando ya no se nos pose el insecto de la inquietud y todo nos importe un comino, preocupémonos,  quizás sea porque murieron esperanzas, o nos estamos poniendo viejos.

  



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