miércoles, 26 de diciembre de 2012

Baches en la ruta de la leche


En Cuba, en un campo cualquiera y un día cualquiera, una vaca cualquiera advierte la llegada del campesino. Una vez más exprimirán sus glándulas mamarias para succionar ese líquido blanco, devenido recurso sagrado para alimentar las mañanas.
  
 No imagina esa rumiante, quizás familia de Matilda, cuántas personas aguardan por llevarse a casa un poco de lo producido en su interior.

 Pero, el animal no tiene la culpa, por ejemplo, de la ausencia de una cifra superior al millón 400 mil litros en el plan previsto en Cienfuegos este año. De seguro, ni siquiera le molestan tanto los madrugones, y hasta alguna con voluntad suficiente llevaría el producto directamente al sitio de venta o a la industria, pero, imposible… además, no le toca…

 Para eso, el destino dispuso de hombres y mujeres encargados de extraer y extraer y extraer… Y luego, la leche brincará dentro de las cantinas por las inclemencias de un viaje en carretón, cuyas huellas, muchas veces, quedan tatuadas en un camino irregular. Pero ese vaivén no es la causa de la pérdida o desvío de algunas porciones; tales desatinos nacen de la conciencia, unas veces desvirtuada por la falta de compromiso y otras mutilada por el enrevesamiento de mecanismos.

 Resulta pues, que otros humanos deben recogerla en determinado punto, luego se determina la calidad, devenida eslabón contradictorio por las polémicas suscitadas entre los campesinos y encargados de evaluarla. Entonces, quienes la venden a la población suelen aumentarla, ¡ya saben con qué! y ciertos representantes de una empresa deben pagar a quienes dedicaron parte de la madrugada a acopiarla, en ocasiones descalzos en piso de tierra, a la intemperie, en condiciones precarias, inapropiadas para dicha labor.   

 Así se redondea el circuito. La cadena suele parecer factible y hasta eficaz desde el estado ideal de su concepción, pero, no resulta tan óptima cuando las trabas nutren los incumplimientos.

 Los entresijos emanan de los descuidos en la contratación, carente de rigurosidad, de profundización y con excesiva ambigüedad. Los planes precisan de adecuación, no solo en concordancia con el número de reses, sino con las garantías de alimentación, la cantidad de hembras paridas y los insumos. Estos últimos, muchas veces llegan tarde a las manos del ganadero.  

 A ello se adhieren las dificultades en la comercialización, inundada por la inestabilidad en el horario de recogida, cuyos efectos menoscaban la calidad, el procesamiento y consumo. También intervienen otros impedimentos en el acarreo y las malas condiciones de los puntos de recogida, muchos de ellos desprovistos de techos, refrescadores, seguridad…  
  
 En tal sentido, algunas raciones del blanco alimento marchan por otros atajos, pues resulta tentadora la oferta de cuatro o cinco pesos por cada litro, cuando tanto la industria como “comercio” pagan cerca de la mitad de ese monto. No obstante, los estudios de factibilidad indican que los precios del Estado deben oscilar de esa manera para palpar las ganancias en comparación con la compra en el exterior, y la mayoría de los guajiros lo entienden así, pero…

 ¿Qué justifica la tardanza en el pago? A veces el burocratismo lacera la entrada de ingresos, e incluso incomodan, ¡con razón! a los directores y productores de las cooperativas, quienes necesitan el dinero “al conta´o”, para pagarle a los ayudantes, invertir en insumos, ¡también caros!, y por supuesto, para el disfrute…       

 Hoy se expande en la cotidianidad la máxima de que los campesinos despertaron, demasiado creo, pues, algunos dejaron la ingenuidad bajo tierra y sin retoños. Esos, devienen habilidosos negociantes carentes de compromiso, alejados de su misión social y económica.

 Sin embargo, el peso de las culpas recae en quienes deben guiarlos, controlarlos, atenderlos; en los responsables de entregarles la satisfacción, la gratificación disfrazada en un diploma, actividad de reconocimiento y, sobre todo, en un billete, ¡seamos realistas!

 Entonces, ¿hasta cuándo las indisciplinas golpearán una y otra vez los procesos vitales para la eficiencia económica y el contento de la sociedad? ¿Cuánto tiempo nos espera aún envueltos en tantas desavenencias, en infortunios que entorpecen el futuro? ¿Será que quienes no prestan debida atención al asunto tienen garantizado ese líquido en sus hogares?, ¿será…? ¡Seguro!
  
 Quizás subir el precio de los litros acumulados por encima del plan, constituiría un incentivo en pos de llegar a la meta e impeler a los rezagados. Otros ajustes precisan del suministro de termos y stabilak en función de una mejor calidad. Varias alternativas deben surgir, en función, no solo de cumplir como consigna, sino de mejorar los rendimientos con eficiencia y reducir los montos en importaciones de leche en polvo ascendentes a 4 mil dólares la tonelada.

 Al asunto le sobra tela por donde cortar, y al cerrar el 2012 algunas desavenencias quedarán en el pasado, pero otras enseñanzas necesitan cruzar la frontera entre diciembre y enero tras el perfeccionamiento de los mecanismos, y de una vez y por todas, sacar provecho de las experiencias, sin prepotencias, sin enfadarse con las críticas, sin cerrarle las puertas a la razón.

 Cierta superstición dicta que “quien toca en madera, espera”, aguardemos entonces por el correcto funcionamiento del circuito de producción, comercialización y consumo. Así, durante los próximos doce meses, al marchar tras los pasos de las prioridades del país, esperemos no tropezar con los mismos baches en la ruta de la leche.








1 comentario:

  1. Me parece que el problema de la leche pasa indefectiblemente por un factor subjetivo. Está el know how, están las vaquerías y el personal; entonces sólo queda revisar las políticas que se llevan a cabo a la hora de dirigir. Nada, por acá seguimos haciendo un periodismo responsable. Felicidades a detrás del cristal. Un abrazo.

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