miércoles, 13 de marzo de 2013

El periodismo, las edades, los molinos…


Aún recuerdo cuando transcurrían los períodos de prácticas laborales… Emergíamos ya como “pichones” de periodistas, llenos de pretensiones, deseos, ingenuidades…Con el paso por los medios de comunicación en Cienfuegos nos percatamos de las complicaciones al lidiar con las fuentes, escribir contra reloj y soltarle las riendas al olfato para husmear, escudriñar hasta buscar lo interesante, relevante…

Alimentamos la gratificación cuando advertimos por primera vez nuestro nombre en el periódico y queríamos comprar muchos ejemplares para enseñárselo a la familia. Y todos en casa debían escuchar el Noticiero de Radio Ciudad del Mar y Notisur, de Perlavisión para oír y ver nuestras primeras incursiones.

Pero en aquellos momentos parecía un juego quizás, sin otorgarle tanta importancia a las dosis de responsabilidad y la propia inexperiencia no nos dejaba ver la envergadura de cada huella en el periodismo. Mas, al concluir la etapa universitaria, cambian las costumbres, los pensares, las visiones… 

Entonces, nos incorporamos a las rutinas de los medios de prensa, y cuesta trabajo arrancar, ubicarse, enrumbarse, porque no se trata de unos días de práctica… ahora el quehacer es más serio y “meter la pata” cuesta, pues ya no entramos en el saco de las novatadas de estudiantes.

Siempre se abolla la punta de los zapatos con los tropezones, con los choques, pero poco a poco aprendemos a mirar por dónde caminamos y a saltar obstáculos… Es bueno que haya resultado difícil arrancar, porque eso nos incentiva y enseña, pues lo fácil aburre y corta los impulsos…

Creo que lo más importante es llegar con modestia, con los sumos por debajo y saber escuchar, acatar, aprender… Nosotros, los jóvenes, no podemos creernos el ombligo del mundo solo porque tenemos maneras diferentes de ver los fenómenos, porque arrancamos en otros tiempos. Creo que muchos pecan de esos aires de grandeza y creen que brillan, y se ven con luces cuando ni siquiera han encendido un fósforo, y creen que corren sin apenas caminar…               

Mas, no importa que algunos colegas de experiencia nos miren con recelo y levanten la trinchera para defenderse de los nuevos aires, se obstinen en vernos como piedra en el camino. A ellos también hay que enseñarles que somos aliados… y quien no lo entienda así, habrá elegido el camino más largo para la resignación. De cualquier manera, tarde o temprano advertirán el momento de bajar las armas y levantar bandera blanca.

Es difícil, esta profesión es difícil, sobre todo para quienes queremos hacerlo bien, y perseguimos, desde una perspectiva holística, los hechos a nuestro alrededor, sobre todo los escabrosos. Y es peligroso, sí, arriesgado, y precisa de un itinerario contra los molinos y de destapar agujeros cubiertos por burócratas y oportunistas. Pero ¡qué aburrido y cobarde sería pasarle por el lado a tales agujeros y hacernos de la vista gorda, y seguir hablando de actos, abanderamientos, asambleas…!

Como es lógico, las lamentaciones sobran, es humano quejarse de los problemas, las zancadillas… y es cubano quejarse del salario, que por cierto, el nuestro es tan bajo que las personas en la calle no lo creen (445 pesos). Pero debemos conservar un prestigio, y evitar que los malos pensares laceren nuestro nombre.

Es complicado, pero bastan unas dosis de suerte y talento, de tacto para no chocar con las mismas piedras, de transparencia… No importa cómo soplen los molinos, no podemos desequilibrarnos: los bandazos nos son recomendables en esta profesión. Mas, chocar con el viento es complejo, pero se pasa, lo malo es chocar con el molino, al menos eso ya lo aprendí…                 

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