Pánfilo representa la reencarnación de las
dificultades del día a día, de los vaivenes de nuestra existencia con sus desafueros
y virtudes. Y a veces da ganas de reír, a veces no…
Lo mejor es que Pánfilo es portador de
mensajes valiosos, trae en su ocurrencia dosis de esa información que parece
escurrirse por los rincones para, supuestamente, no darse a conocer, y de aquella
que camina ante nuestros ojos y circula de boca en boca, de vista en vista, de espacio
en espacio…
Hay que abrir bien las entendederas ante cada
incursión de Pánfilo, unas veces fantasioso, casi siempre realista. Constituye
pues, el escenario para enterarnos de cuánto acontece en las esquinas con los
vagos, los expertos de un mercado llamado negro, de los propios trabajadores
con sus logros y ansias, con sus ingenuidades y picardías.
Encontramos a las amas de casa que cambiaron
sus proyecciones de trabajo: no solo lavan, planchan, cocinan o atienden al
marido, ahora también se involucran en el mundo del invento, porque hay que
vivir, hay que luchar.
Pánfilo tiene la genialidad de enseñarnos
todos, o casi todos los entuertos de la burocracia, esa que mutila cientos de
procesos y parece ahogarnos, trabarnos con tanto peloteo, directivas mal
interpretadas y ejecutadas. Pánfilo nos invita a trabajar más y reunirnos
menos, porque mientras intentamos arreglar el mundo en una reunión, por fuera
nos están robando las gallinas, unas con huevos de oro, otras no.
Pánfilo constantemente nos lleva al pasado
para recodarnos tiempos de holgura, y así lo muestra en esa especie de
expediente denominado libreta de abastecimiento con fotografía y asistencia
espiritual incluida. Siempre defiende la libreta, y lo apoyo, porque quizás ya
no den tantos productos, pero al menos organiza, entrega lo mismo para cada
núcleo familiar, y así, evita el acaparamiento que en tantos escenarios nos
consume, nos aleja de bienes y alimentos de primera necesidad.
Pánfilo está siempre “arriba de la bola”,
como solemos decir cuando estamos actualizados. Habla sobre las cooperativas no
agropecuarias y en sentido general, el cuentapropismo con sus ventajas y
fisuras. Dedica un tiempo al día de las madres, padres, niños; a la serie
nacional de béisbol con sus inclusiones, deserciones y decepciones; a la
televisión cubana con sus rasgos entretenidos y/o aburridos.
Pánfilo sueña, y el propio sueño habla de
nuestras aspiraciones, enseña el camino del bienestar, quizás como el gerente y
su familia, quizás no tanto…, pero bienestar al fin.
Ahí, en la casa y el barrio de Pánfilo aparecen
varios personajes como alegoría del tipo de gente que encontramos a diario: el
despistado, el pícaro, el oportunista, el que no ha evolucionado con el tiempo
y dejó sus pensamientos en décadas anteriores. Entre todos representan un
pedazo de la propia sociedad, de las necesidades del cambio en la forma de
actuar y de perpetuar otras virtudes que consolidan nuestro sello de cubanos.
En Pánfilo descuella una alarma para los
dirigentes, en aras de modificar sus procedimientos, formas, contenidos; de
llamar al sentido común. Pánfilo deja claro, de manera subliminar, que de la
propia capacidad de los directivos dependerá el buen funcionamiento de
determinada entidad, o viceversa.
Nos miramos ante Pánfilo cuando habla de los
altos precios de la compota, los productos agrícolas, la carne…; la extrema
diferencia entre lo expendido en divisas y en moneda nacional, y por supuesto,
el salario… ya saben…
A lo mejor exagera, solo a veces, mas, en la
mayoría de las ocasiones está tan cerca de la realidad que motiva expresiones
de admiración: “¡está apretando!, ¡se la comió! ¡Cualquier día lo desaparecen!”
¿Por qué? No es buena idea esfumarlo, para nada, pues perderíamos la
oportunidad de vivir del cuento sobre mecanismos torcidos y otras
circunstancias que sí nos complacen.
Pánfilo es optimista, que nadie lo dude… Y
quiere arreglar lo mal hecho, mal interpretado. Pánfilo es un hombre y vecino
de bien, cubano de pura cepa, ocurrente, soñador, un idealista objetivo como
Platón, salvando las enormes distancias. Ojalá todos aprendamos cada día más de
este anciano y el espacio que lo rodea, que nos rodea. Ojalá lo podamos seguir
disfrutando como espejo de nuestra propia esencia.